Por Roberto Garcia Hernandez
La Habana, 3 feb (PL) La publicación del polémico memorando del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes estadounidense sobre supuestos abusos del Buró Federal de Investigaciones (FBI), constituye para algunos especialistas un acto sin precedentes que preludia una crisis institucional.
Otros valoran el hecho como una escaramuza más de la tormentosa forma en que el presidente, Donald Trump, ejerce el cargo y provoca reacciones encontradas en la sociedad norteamericana.
El informe acusa al FBI y al Departamento de Justicia de actuar a favor de los demócratas y manipular información para proseguir la pesquisa sobre la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones de noviembre de 2016, una trama que ya se convirtió en pesadilla para el jefe de la Casa Blanca, quien busca cualquier pretexto para borrar este episodio.
Los «federales» expresaron graves preocupaciones sobre la salida de la mencionada nota, con el argumento de que contiene «omisiones de determinados hechos que impactan de manera significativa su veracidad», además de que revela fuentes y métodos de inteligencia confidenciales.
En resumen, el memo de poco más de tres páginas asegura que en octubre de 2016, un mes antes de los comicios en los que triunfó Trump y aún bajo mandato de Barack Obama, el FBI y el Departamento de Justicia ocultaron datos básicos al juez para obtener la orden que les permitiese espiar al millonario Carter Page, uno de los asesores de campaña del magnate.
Los investigadores, según esta versión, no le comunicaron al magistrado que los indicios que les hacían sospechar de Page procedían de Christopher Steel, un exagente de los servicios de inteligencia del Reino Unido, que a su vez los obtuvo de fuentes poco confiables.
El FBI y el Departamento de Justicia también recibieron regaños del propio Trump, quien en un tuit en la mañana del viernes los acusó de «haber politizado el sagrado proceso investigativo a favor de los demócratas y en contra de los republicanos».
Bajo la mira del gobernante está además el número dos del Departamento de Justicia, Rod Rosenstein, encargado de supervisar la investigación y artífice del nombramiento del fiscal especial, Robert Mueller.
Toda esta acumulación de tensiones provocó la renuncia del subdirector del FBI, Andrew McCabe, acusado también por el presidente y los republicanos de trabajar para los demócratas.
El hecho de que el mandatario desechara la sugerencia de la comunidad de inteligencia de no desclasificar ni publicar este documento es una acción que marcará para el futuro previsible las ya deterioradas relaciones de la Casa Blanca con los servicios de espionaje.
Algunos medios señalan que el visto bueno del gobernante a la publicación del memo busca contribuir a la remoción de altos ejecutivos del FBI, incluyendo a su director, Christopher A. Wray.
En ese ambiente se cumpliría también otro fin mucho más importante: el texto resultará clave para hacer realidad lo que parece ser una obsesion de Trump: detener la investigación de Mueller sobre la supuesta colusión de funcionarios rusos con la campaña de Trump en 2016.
En reiteradas ocasiones, voceros del Kremlin han rechazado estas alegaciones que involucrarían a diplomáticos de Moscú destacados en Washington.
De hecho, la salida del memorando divide a los del partido rojo, mientras líderes demócratas exigieron la destitución del presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara baja, el republicano Devin Nunes, quien redactó la nota.
Entretanto, en algunos medios de prensa cada vez suena con más fuerza el paralelismo de esta controversia con el escándalo de Watergate, que le costó el cargo al presidente Richard Nixon (1968-1973).
Sin embargo, la historia apenas comienza y expertos aseguran que a pesar del choque inusitado de Trump con los servicios de espionaje, faltan aún condiciones, tanto en el Congreso como en la opinión pública, para que el mandatario se vea involucrado en un proceso de impugnación o comience a valorar la posibilidad de renunciar.